martes, 24 de agosto de 2010

A veces soy un hombre
roto por dentro,
como todos
como cualquiera,
acariciando la locura
del ciego que camina
tras el espejismo de las cosas,
disolviendo la unidad
de ser uno mismo con el Todo:
nuestro Amante solitario
que habita el amoroso abismo
del silencio, del corazón.

sábado, 21 de agosto de 2010

Amigo ven para enseñarte mi casa
donde siembro mi jardín de sueños,
te presentaré a mi soledad hermana
que me nutre con la sal de sus besos.

Allí me visitan almas que deambulan
implorando siempre su descanso eterno,
e inquieto de sus sombras mortecinas
humilde para ellas pido el favor del cielo.

En esa habitación claman los profetas
por la conversión al Señor del universo,
medito siempre el fuego de sus palabras
sin explicarme esto que me quema dentro.

En esa otra duermen los locos del mundo
que me enseñan a reír a pesar del miedo,
sus risas llenan toda la casa de vital locura
y de su desparpajo siempre me río con ellos.

En ese cuarto discuten los filósofos antiguos:
unos hablan del átomo, la energía y su misterio,
otros de la bondad, la belleza y el cruel destino:
con ellos me uno gozoso en su feliz delirio.

Ese que levita absorto en la pálida penumbra
y cuyo corazón se pierde en el Amor Divino,
es el místico abrazado a la Luz que calla
alumbrando con su lámpara nuestro camino.

Y ese murmullo que escuchas de alas y suspiros
de palabras que rompen el silencio adormecido,
son las voces de los sublimes poetas que cantan
en esta noche de amor, de luna, pasión y olvido.

martes, 17 de agosto de 2010

Chupar el néctar de naranja de tu boca,
despertar los dormidos poros de tu piel,
penetrar la cavidad con agua pura
para llenar tu cántaro solícito de misterio,
desplegando las velas como un barco
que se aleja hasta el final de tu locura.
Morir contigo viendo el horizonte
en ese mar donde nada se parece
a nuestro rayo de luz que muere
paladeando hasta la última gota del deseo.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Tú no sabes que te amo
Tú no sabes que aspiro a llenar
mi boca con tu nombre
Tú ignoras que quiero enredarme
a tu cuerpo con caricias de enredadera
y hablarte largamente de los dioses
que animan un posible encuentro
Dios sabrá perdonar que idolatre
tus manos que aún no me tocan
y que en ese vaivén de cuerpos
de mi deseo escondido
encuentre en ti el olor a incienso:
signo de unión divina a lo inconmensurable