martes, 9 de noviembre de 2010

Amo el sol cuando nace
y se oculta en el horizonte
Amo la ternura en la mujer
y el abrazo de un padre a su hijo
Amo este desierto donde nací:
soy beduino en su calor que me calcina
Pero sobre todo amo la sabiduría
que me invita a vivir sin miedo
y amar con fervor la justicia,
absorbiendo el inmenso gozo de sentir
el abrazo del otro y la visión sin velos
de la infinita misericordia divina
Diluyo en mi sangre las palabras
dichas uno al otro.
Con ellas invento día a día la canción
que te mantiene en mi presencia:
una canción que lleva la melodía
de lo incierto, sí, pero también
del más sublime presagio
de ternura y devoción.
Como un apasionado director de orquesta
guío mi poesía a tu valle iluminado,
donde soy un eterno respirarte:
un haz de luz que me lleva al paraíso
construido por tus manos.
Esta noche mis dedos escribirán
un poema en tu espalda.
Será un tatuaje de mi deseo
largamente condensado en la espera.
Sublima la duda en espasmos de gozo
y deja que nuestra embriaguez
se alimente de jadeos transmutados
en sustancias amorosas.
No pienses: sólo permite que tu cuerpo dance,
que tus ganas se evaporen en el acantilado
de pasión que nos envuelve.
Respiro tu olor
La cadencia de tu respiración
sumerge en la memoria
el delirio de mis manos en tu cuerpo
Abrazos y miradas como si en otra vida
tú y yo hubiésemos sido de esos amantes
que traspasan las edades del tiempo:
almas gemelas que se descubren
en una sonrisa de complicidad
al reencontrarse en este mundo
Desde hace tiempo te dibujaba
en los contornos de mis sueños
Fuiste la que albergó
ríos subterráneos
donde yo era el ciervo que abrevaba en ti
Días eternos, musa imaginada:
mis manos te inventaban con precisión amorosa
convirtiéndome en un alquimista
mientras tú, allá en tu mundo de brisa y sal,
esparcías tu perfume a los ojos de la noche
¡Sí, existes! y eres más real
que este pensamiento que te piensa,
amor mío
Cada palabra que lees
es una pieza de cristal pulida
en las alas de la noche
Así, mientras tú duermes,
exprimo de las sombras
el elixir que bebo de tu sueño
La madrugada descansa
en mis pesados párpados
La luz del amanecer me despierta
inundado de una nostalgia
que mis ojos derraman a tu ausencia
en este nuevo destilar la espera
Recostarme desnudo en la hierba
mientras llueve,
y morir refrescado en la pureza
de tu amor,
desvanecerme lento en la tierra con tu aroma.
Morir pensándote.
Morir imaginando que cada gota de lluvia
son tus dedos que escriben en mi cuerpo
el diluvio de tu alma que me llama,
el diluvio de tus besos que me esperan
más allá del sueño que es vivir.
Doy el canto que sale de mis entrañas
En él deposito el dolor del mundo
Desgarro el silencio en este lamento
que sale de mi voz purificada en ti
El reloj marca horas falsas
No, no existe el Tiempo
Hemos inventado esta palabra
para derramar en ella esa sensación
de que vamos perdiendo algo
a cada instante,
para retener en calendario de cenizas
la memoria de la niñez perdida,
y los abrazos y las miradas
que una día nos pertenecieron
Habitamos este cuerpo
y, al final, penetraremos otros mundos
otra nueva claridad

La eternidad nos envuelve
y no nos damos cuenta
Medito…
y los ruidos mueren
durante el lento respirar el flujo amoroso
de la Mente que me piensa
Mi cuerpo se convierte en templo
que arde al ritmo de melodías
que sólo en silencio reposan a mis ojos
El péndulo de mi corazón
se balancea con la cadencia
de lo eterno
Los poros de mi piel son lirios
que absorben la humedad
de la brisa de los siglos
Medito
y mis manos se abren como girasoles
siguiendo el misterio de la Luz
No pidas nada todavía
El tiempo no es maduro
y el verdadero amor
es generoso en la espera
Que descanse mi silencio y el tuyo
en los encuentros amorosos que hemos inventado
Mi corazón te lo ofrezco cristalino
mira a través de él y descansa
Que te baste por ahora este amor
en murmullo de volcán que te ofrezco
Y si tu generosidad no te alcanza
no digas nada,
no hagas que se eclipse
tanto amor colapsado en mi pecho