domingo, 22 de mayo de 2011

MI NIÑO DUERME

Mi niño duerme.
Su rostro emana
el fulgor de un cálido sueño.
Lo contemplo:
y en su placidez,
como si él sintiera mi mirada,
me dibuja en sus labios
una sonrisa de cielo.
Duerme, duerme mi niño,
la madrugada es larga
y te arrullo mientras escribo.
MI LENGUA ROZA TU LENGUA

Mi lengua roza tu lengua,
juega en tu boca
y la succionas desterrándola
de su quietud.
Mi sed muere en la humedad
de tu saliva: esencia
del jazmín y el deseo.
Mi lengua avanza
en peregrinación a tus senos,
mientras lame extasiada el valle
de tu piel.
Juntos exhalamos la eternidad
con nuestras bocas.
Mi lengua
tu lengua
lamen con el delirio
de amantes atrapados en su paraíso.
SENTADOS A LA MESA


Sentados a la mesa el tiempo se detuvo.
Mientras tú me decías no sé qué cosa,
yo me imaginaba besando tus labios,
olía tu cuerpo, me abrazaba a ti.
A tu lado el tiempo no fue tiempo
fue eternidad continua, sosegada.
BELLEZA PURA

Absorto.
En esta habitación
soy un equilibrista condenado a tu embrujo,
un eterno incendio sin retorno.
Dejo fluir la mirada
hacia tu piel suave y olorosa como el cedro.
“No hay belleza más pura que la tuya.
Por tí sería mil Adanes,
cien mendigos buscando tu manzana
en el fondo de cualquier precipicio,” —pienso—.

Me intuyes…
y tu rostro emana un no sé qué de Monalisa.
No quiero tocarte.
Se rehusa mi boca
a beber la cicuta de tus labios:
temo seas una diosa que embruja.
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.........................
Sediento, me despojo del miedo
y voy a tu encuentro:
tu hechizo está consumado.