miércoles, 22 de junio de 2011

MORÍA

Sus ojos tenían el horror de un adiós sin esperanza: un olor de naufragio encallado en la Nada.
En la habitación, el abrazo del filo de la muerte aguardaba impaciente el último suspiro de
quien jamás creyó ser fruto, sino semilla arrojada a las piedras… una higuera seca despeñada al
Sol.
Pero él era mi amigo…
y sus gemidos arrancaban a pedazos la mortecina vestidura del silencio.
No supe que decirle.
Sólo tomé su mano y mi alma lloró a su lado suspendida en el misterio.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
“Siembra un poco de luz en sus ojos de muerte, un bálsamo de paz a su alma”,
—mi corazón oraba en silencio—.
Su mano apretó la mía.
“Gracias” —dijo—, y sus gemidos cesaron como un péndulo de reloj antiguo que detiene su
movimiento cansado de la vida.
Vendiste tu alma oh viejo amigo.
Hiciste de ella un sarcófago cubierto de polvo,
un refugio para la carroña
que alimenta gusanos que rechinan
sus colmillos a la sombra.
La semilla de tu talento la sembraste
en un camino izquierdo de ilusión,
donde celebras la misa oscura
y antiguos ritos paganos que te ciegan.
Hijo adoptivo de Caín, de Hiram el Forjador.
Ángel caído que esconde sus llagas,
su asfixiante vacío,
su ansiedad bulímica por tragarse un mundo
que se viste con Armani y perfume rancio.
Pavorreal que infla su cola en Mercedes Benz
para sentirse alguien.
Pobre hombre, pobre amigo mío:
llenas tus alforjas de oro
y un poder cubierto de lodo,
de termitas que te comerán
a la hora de tu muerte solitaria,
eternamente en el olvido.
Posición de loto.
Abro la puerta al silencio.
Aspiro hondo la paz
aquieto el ego.
Salen los miedos
por mis ventanas,
entra un diluvio de rayos solares
y un aroma de flores de mayo.
Sofoco el ruido,
le pongo una loza al caos.
Trasciendo la falsa ilusión
de las cosas,
el goce iracundo de la carne,
la desdicha del mundo,
la mirada obsesiva en la oscuridad.
Me libero de mi mismo
uniéndome a quien me lleva
en el puño de Su mano.
Los ojos de mi alma
abren sus pestañas,
la mirada descansa en el rojo horizonte
de sentirme vivo.
Quiero ser un corazón abierto
a pesar de todo.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Me transfiguro en el niño
que antes fui, y pregunto:
"papi,¿por qué los hombres luchan entre sí?

lunes, 20 de junio de 2011

EL AROMA DE LA POESÍA

Agazapado a la sombra del verbo,
de su sonido
y su corazón abierto:

el aroma de la poesía…

Vagabundo perenne en
la rosa y sus espinas,
el tiempo
el amor
la muerte
y el olvido:

el aroma de la poesía…

Como llamarada inextinguible,
más allá del vaivén de la vida
y su misterio,
como efigie antigua
cubierta de polvo cristalino:

...el aroma de la poesía abre su alma,
su inefable silencio,
sus imágenes eternas de mármol
que danzan en armonía con el viento.

miércoles, 15 de junio de 2011

Mientras ella acariciaba su rostro estando desnudos, los ojos de él empezaron a brillar. Era el brillo anterior a las lágrimas, instante eterno de renacimiento, rojo de Sol ocultándose en el horizonte… brillo de una calma y confianza absoluta, combinado con cierto placer que clava sus raíces en la certeza de haber encontrado un alma afín a la suya. Derramó una lágrima de gozo que ella lamió sin prisa con su tibia lengua, intuyendo abrigándolo con un guiño de su corazón. Era la primera vez que estaban solos, y él ya la amaba. Como un tragaluz en pleno día de verano, él dejaba filtrar sin resistencia la luz de esa embriaguez, prisma multicolor de calma y ardor espiga trigo de su sexo: delicada plenitud por poseerla, como se posee un clavel en una mano algún día lluvioso.
Cuando el padre llegó a la celda donde estaba su hijo y estuvo frente a él, le dio una bofetada seca, rotunda. “Contraté a un abogado no para que te saque, sino para que tu sentencia sea justa”, le dijo. Y dicho esto sus lágrimas empezaron a caer. “Cuando salgas de aquí, te estaré esperando con el mismo amor de siempre y juntos, si tú quieres, empezaremos de nuevo”. Y sin decir más, salió de allí.
Un día se encontraron dos hombres sabios en un camino solitario. Uno de ellos meditaba en el sufrimiento humano; el otro, en la misericordia divina. Cuando los dos estuvieron a una corta distancia, bajaron su cabeza en señal de reverencia para el otro. Siguieron su camino, y cuando las sombras de sus cuerpos se cruzaron, ninguno pudo contener el llanto tan largamente suspendido en sus ojos.

viernes, 10 de junio de 2011

Agua mi amor agua eres
seré para ti agua también
Me verteré en una fuente
y así descansen tus ojos
al verme caer

Me convierto en agua
para que bebas…
agua que refresque
que limpie tu piel

Abre la mano ahorita que llueve:
soy gota de lluvia
del cielo a tus pies

Agua mi amor agua eres
seré para ti agua también
Eres una rosa y yo su rocío
agua agua mi amor
y un beso, es posible después
Un hondo gemido
retumba en la habitación.
Es el tuyo el mío entrelazados.

—El silencio huye y se esconde.
No quiere quedar calcinado
en la alquimia que hemos incendiado—.

El eco alimenta la siega
de mis dedos en tu cuerpo:
durazno aterciopelado,
manzana abierta y roja en su deseo,
frenesí abierto a la agonía
a la resurrección en nuestro paraíso.

Esta noche soy un péndulo
moviéndome al compás
de tu inagotable ir y venir
de hembra en cautiverio.

Intento descifrar te.
Eres enigma y laberinto
bosque y desierto.

Soy un absorto vigilante:
me muevo al ritmo de tu juego,
de tu gemido que detiene
el tiempo
mi tiempo
nuestro tiempo
eternidad compartida en cada gesto.

—El silencio huye y se esconde.
No quiere quedar calcinado
en la alquimia que hemos incendiado—.