sábado, 21 de agosto de 2010

Amigo ven para enseñarte mi casa
donde siembro mi jardín de sueños,
te presentaré a mi soledad hermana
que me nutre con la sal de sus besos.

Allí me visitan almas que deambulan
implorando siempre su descanso eterno,
e inquieto de sus sombras mortecinas
humilde para ellas pido el favor del cielo.

En esa habitación claman los profetas
por la conversión al Señor del universo,
medito siempre el fuego de sus palabras
sin explicarme esto que me quema dentro.

En esa otra duermen los locos del mundo
que me enseñan a reír a pesar del miedo,
sus risas llenan toda la casa de vital locura
y de su desparpajo siempre me río con ellos.

En ese cuarto discuten los filósofos antiguos:
unos hablan del átomo, la energía y su misterio,
otros de la bondad, la belleza y el cruel destino:
con ellos me uno gozoso en su feliz delirio.

Ese que levita absorto en la pálida penumbra
y cuyo corazón se pierde en el Amor Divino,
es el místico abrazado a la Luz que calla
alumbrando con su lámpara nuestro camino.

Y ese murmullo que escuchas de alas y suspiros
de palabras que rompen el silencio adormecido,
son las voces de los sublimes poetas que cantan
en esta noche de amor, de luna, pasión y olvido.

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