miércoles, 15 de junio de 2011
Un día se encontraron dos hombres sabios en un camino solitario. Uno de ellos meditaba en el sufrimiento humano; el otro, en la misericordia divina. Cuando los dos estuvieron a una corta distancia, bajaron su cabeza en señal de reverencia para el otro. Siguieron su camino, y cuando las sombras de sus cuerpos se cruzaron, ninguno pudo contener el llanto tan largamente suspendido en sus ojos.
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