jueves, 6 de mayo de 2010

EL POETA

Destilador sagrado
de fuegos
ancestrales,
agua en cántaro
de barro
que se derrama
a cuentagotas.

Árbol plantado
en el desierto,
donde la arena
sueña con el viento.

Contemplas
el mundo:
el vértigo vive
incendiando tus venas.

Te asombras
de lo bello
y del horror,
caminas
al filo del abismo.

Abres tus manos
como si fueras mendigo
de un incienso
que se eleva al cielo.

Habitas en el dolor
de los hombres,
y en el placer
perpetuo de los dioses.

Caminas y caminas
y el tiempo te duele,
deseas conocer
la esencia de las cosas.

El fuego te consume,
habitas cada rincón
de ti mismo:
cuerpo que se evapora
en el silencio del abismo.

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