lunes, 22 de marzo de 2010

TU SILENCIO

Madre, me deslumbra tu silencio,
como ese que brota de ti ante el insulto
y el valle de lágrimas que te acompaña,
y que sublimas paciente y resignada
en las cuentas del rosario,
donde pides por las almas de tus muertos
y los muertos de todos los tiempos.

Pero dime: ¿en qué lugar tu corazón habita?
¿Cuáles son los rincones de tu alma impenetrados?
¿Qué dolor ocultas, que recuerdo amargo callas?
Dime Madre, ¿cuándo lloras tus lágrimas?
Para que en ese preciso momento
postrado ante ese Dios que tú invocas,
le pida que abandone su silencio eterno
y susurre a tu oído palabras de perdón y de dulzura.

Madre, eres derroche de oración a duermevela
esperando siempre que alguien te acompañe
para despertar al Todopoderoso que se esconde.
Yo a veces te acompaño cuando te veo,
y en silencio, mientras tú dormitas,
sigo la oración que aún no terminaste.

Madre, eres diamante que se oculta,
eres fragilidad resignada,
libro escrito sin palabras.
Eres guerrera de una sola pieza,
solitaria.
Eres ejemplo de conciencia cósmica,
pura, celeste,
de firmes principios coronada.
Eres abandono de sí misma,
luz de belleza inacabada.

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