jueves, 25 de marzo de 2010

HUBO UN TIEMPO

Para Adrián Torres

Hubo un tiempo en que el hombre
medía su existencia por las salidas de Sol,
y celebraba con júbilo
los cambios de las estaciones:

la caída silenciosa de la nieve,
el crujir de la hojarasca y el viento melancólico
con sus silbidos ancestrales,
la aparición solemne de los prados
y de las rosas y las amapolas en el campo,
y los atardeceres llenos de un Sol implacable.

Hubo un tiempo en que la noche
imponía su vastedad oscura, habitada
por dioses malignos y sus sombras,
haciendo recluir al hombre sin tiempo
en asombros indescifrables.
El hombre estaba en armonía con el tiempo,
ni se atrasaba ni se adelantaba en la faena,
tampoco en su salida de este paraíso
entregado en sus manos.

Hubo también un tiempo en que cada amanecer
imponía su presente y cada cosa permanecía en su sitio,
ni pasado ni futuro mortificaba el alma de los hombres.
Sólo un ahora ingenuo y natural abarcaba su mirada
limpia de deseos para imponerse a los días.

Pero hoy, en este tiempo donde los relojes
parecen habitar como espectros que vigilan,
una vida no alcanza para añorar el pasado
y desear ese futuro que nos devora el corazón.
Sólo tengo este presente para sentir que estoy vivo
y dar gracias por que tú, querido hermano, estás a mi lado,
para abrir juntos nuestras manos hacia el cielo
y esperar que los instantes compartidos se hagan eternos.

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