martes, 9 de noviembre de 2010

Medito…
y los ruidos mueren
durante el lento respirar el flujo amoroso
de la Mente que me piensa
Mi cuerpo se convierte en templo
que arde al ritmo de melodías
que sólo en silencio reposan a mis ojos
El péndulo de mi corazón
se balancea con la cadencia
de lo eterno
Los poros de mi piel son lirios
que absorben la humedad
de la brisa de los siglos
Medito
y mis manos se abren como girasoles
siguiendo el misterio de la Luz

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